Hace 9 meses, en Talca, dos jóvenes le quitaron la vida a DIEGO AVENDAÑO, de 17 años, integrante del grupo Scout “Don Bosco”, del Colegio Salesiano de esa ciudad.
Su muerte nos conmovió y nos partió el alma. Un joven lleno de vida, buen amigo, buen hijo y buen hermano, con ganas de salir adelante, y con una pasión por el escultismo que lo hacía muy especial.
La muerte de una persona siempre duele. La muerte de un joven todavía más. La muerte de un hijo hasta se vuelve insoportable. La muerte siempre desgarra. Ella –la hermana muerte, como la llamaba San Francisco de Asís- entraña un misterio que nos supera y que no puede dejar de dolernos. Será porque revela toda nuestra fragilidad…nuestro límite más absoluto.
Pero es allí, donde no pueden nuestras fuerzas, donde se manifiesta todo el cariño de Dios y su Gracia. Él derrota nuestra desesperanza y la transforma en certeza de Vida. Diego está vivo. No pueden morir los que Dios ama. No pueden morir los que nacieron el día de su bautismo para ser como Cristo: resucitados!Hace unas semanas, de paso en Talca, pude participar en el primer “Acto cultural por la Vida: Diego Avendaño”. Ese evento, preparado con el amor de los suyos, es un signo de la resurrección de Diego.
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