Entre las páginas del evangelio de Juan, sobresale por su estilo y su extensión, el diálogo y la experiencia que una mujer de Samaria tuvo con Jesús.
Se trató de un encuentro verdaderamente "liberador".
Jesús se acercó haciendo de la necesidad de beber un signo de la necesidad que Ella misma tenía: saciar su sentido y su felicidad...vivir más plenamente y en la verdad.
Jesús, el Maestro que la Mujer no conocía, la llevó a la verdad de Dios pasando por su propia verdad. Entró con Ella en la historia de su vida. Se acercó a sus heridas y las curó, como el samaritano de la parábola. Entonces, ELLA DEJÓ SU CÁNTARO, no sin antes escuchar de Jesús que a Dios se le adora "en espíritu y en verdad", sin importar el Templo o la ciudad...temas que separaban a Judíos de Samaritanos. (Dios no se deja atrapar. Dios es infinitamente libre).
¡Cuánta necesidad de dejar nuestro cántaro tenemos también nosotros! Vamos por la vida queriendo saciar la sed de sentido y de plenitud que sólo Dios nos puede entregar en el pozo de la vida.
Como a la Mujer Samaritana, Jesús nos quiere conducir a "hacer verdad" sobre nosotros mismos, para encontrarnos con la verdad de Dios que hay en cada uno.
LyA.