Acostumbrados a ver el sol despuntar cada mañana desde la cordillera de los Andes, resulta insólito y hermoso verlo aparecer desde el horizonte del mar, entre las olas del Estrecho de Magallanes. En Punta Arenas, el Sol nace desde el mar.
Esa imagen preciosa y novedosa que nos ofrece la naturaleza en este confín del mundo, me ha hecho pensar en la LUZ y el AGUA, signos pascuales por excelencia, y que representan y significan la vida nueva del cristiano.
Para irradiar con la luz del evangelio es preciso haberse sumergido en el agua, en las profundidades del mar. Es decir, para VIVIR la resurrección hay que levantarse desde las profundidades de la propia existencia: hondas, misteriosas, insondables…a veces también peligrosas.
Desde que el espíritu de Dios aleteaba sobre los mares en el origen del mundo, la imagen del agua ha estado siempre presente en la tradición y en la espiritualidad bíblica…y se quedó sacramentalmente en el bautismo.
El bautismo es el sacramento de la resurrección; y lo hacemos “memorial” cada vez que resucitamos, cada vez que nos levantamos, cada vez que nos purificamos.
En estos últimos días he vivido esa experiencia: la de la inmersión y de la resurrección. Me lo recuerda cada mañana el sol que se levanta desde el Estrecho de Magallanes. LyA.
Esa imagen preciosa y novedosa que nos ofrece la naturaleza en este confín del mundo, me ha hecho pensar en la LUZ y el AGUA, signos pascuales por excelencia, y que representan y significan la vida nueva del cristiano.
Para irradiar con la luz del evangelio es preciso haberse sumergido en el agua, en las profundidades del mar. Es decir, para VIVIR la resurrección hay que levantarse desde las profundidades de la propia existencia: hondas, misteriosas, insondables…a veces también peligrosas.
Desde que el espíritu de Dios aleteaba sobre los mares en el origen del mundo, la imagen del agua ha estado siempre presente en la tradición y en la espiritualidad bíblica…y se quedó sacramentalmente en el bautismo.
El bautismo es el sacramento de la resurrección; y lo hacemos “memorial” cada vez que resucitamos, cada vez que nos levantamos, cada vez que nos purificamos.
En estos últimos días he vivido esa experiencia: la de la inmersión y de la resurrección. Me lo recuerda cada mañana el sol que se levanta desde el Estrecho de Magallanes. LyA.